28 feb 2013

Historias (Parte 15: Los que quejan y las que levantan)


 Ella lo afirma muy orgulloso. Son las mujeres quienes intentan levantar a un país tan devastado y decaído como Corea del Norte. "Nuestras manos son las que intentan salvar a familias que no pueden levantarse por sí solas. Comprendemos mejor y ayudamos a las personas necesitadas aunque carecemos de cosas esenciales en nuestras vidas". Cuando las mujeres se reúnen para establecer diálogo, no soportan la perezosa disposición de los hombres. Dicen que ellos se quejan de todo y que consuelan sus desalientos con el alcohol y el tabaco. El descontento de los hombres es de tal magnitud que los visitantes bromean en los hogares donde predominan los muchachos diciendo: "¿Está el quejido en la casa?"

 Las labores de las mujeres, según ella, no son valoradas no deberían ser. No entiende porque un régimen que anteriormente gritó por la igualdad de todas las personas en Corea del Norte trata de ignorar el excepcional trabajo de ellas. "Meses después de la muerte de mi vecina por neumonía, su esposo se sentía inútil porque no sabía nada de las labores domésticas. Solo quejaba de lo mal que iba el mundo. Horas así. Él no trabajaba hacia tiempo (le habían despedido) y no tuvimos más remedio que abrirle los ojos diciendo que sus hijos dependían de él y si no reaccionaba al tiempo, ellos morirían por falta del cariño". 

27 feb 2013

Historias (Parte 14: La ciudad en dos partes)


 Ella cuenta que en su ciudad natal, Chongjin, existen muchas personas sin poder percibir sus sueldos mensualmente y que son obligados a ejercer trabajos extra para tener algún tipo de ingresos en sus hogares. Según ella, la ciudad está dividida en dos. Por un lado, existen personas que pueden permitirse caprichos extravagantes presumiendo coches de alta gama y residencias de grandes dimensiones. Y por otro lado, los restos. Gente que no piden limosna por las calles de la ciudad para no ser arrestado y ser acusado de "manchar" la imagen de la nación socialista como la norcoreana. "La desigualdad es enorme. Cuando giras el cuello, uno podrá saber las dos partes de la ciudad. No es muy difícil..."

 "Las familias que se pueden permitir comer tres veces al día tienen en sus domicilios cantidades inmensas de arroz. Podrán subsistir con eso años sin pasar hambre aunque haya una crisis alimentaria y económica". Pero lamenta que la brecha extrema entre los ricos y pobres ha fracturado la amistad y el respaldo mutuo entre los residentes de Chongjin. "Veo personas que ignoran a los hambrientos que antes fueron amigos o conocidos. Se están cambiando de actitud. ¿Cadena de favores? ¿Solidaridad? Esas palabras ya no existen ahí. Sólo queda la ambición propia por la supervivencia. Y es muy triste ver eso..."

25 feb 2013

Historias (Parte 13: Escapar de la enfermedad)


 Hace varios inviernos, la fiebre tifoidea se expandió en la zona (ciudad de Hamhung, situada en la provincia de Hamkyung-Norte) donde vivía ella. "Todos con dolores estomacales fueron al hospital. La enfermedad se expandía como un relámpago pero los doctores eran insuficientes de atender a todos los pacientes. He visto que algunos morían en los pasillos del hospital. A parte de las muertes por dicha enfermedad, ella veía a los fallecidos con diversas causas de muerte. "Un día, una señora moría gélida en su casa al no haber leña suficiente para soportar el frío. Otro día, un hombre se había suicidado. Y otro día, una vecina moría hambrienta...no sabe lo doloroso es ver esas imágenes diariamente". 

 Ella trabajaba en una enorme fábrica de producción de abonos junto a su esposo. Dicho sitio empleaba a más de cien mil personas que vivían en Hamhung. Tras años trabajando, sin motivo alguno, la empresa se cerró y ella decidió cruzar la frontera en busca de una nueva oportunidad en China. Se siente muy arrepentida por haber dejado a sus padres y a su hija de cinco años. "Me he precipitado demasiado con la decisión que he dejado a mi propia hija. Iría de vuelta a Corea del Norte para traerla pero he oído que había un montón de militares en la frontera. Pero está decidido. Voy a por mi hija. Sólo espero que esté sana y salva". 

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24 feb 2013

Historias (Parte 12: La separación)


 Ella tiene tres hijos. Había vendido pastas dulces de arroz en el mercado, había trabajado como dependienta en una carnicería e incluso había recogido plantas medicinales por los montes. Aún así, los gastos sobrepasaban a los ingresos y tomó una difícil decisión. "Le dije a mi marido que nos separemos durante un tiempo. No porque se nos haya acabado el amor sino que la carga que teníamos de cuidar a los niños sea mucho menos pesada para los dos. Él no tuvo más remedio que decir que si". En donde había trabajado su esposo, hacía meses que no le daba los sueldos correspondientes que él, por indignación, se refugiaba en el salón de la casa a base de cigarrillos. 

 Al no poder soportar más la actitud de su marido, ella tomó aquella complicada decisión de alejamiento. Él se llevó al primogénito y ella, a sus dos hijas menores. Empezó a trabajar en distintos sitios pero la suerte no estaba a su lado que decidió finalmente ir a China dejando a sus hijas con unos familiares de manera temporal. "Me gustaría ganar una buena cantidad de dinero lo más rápido posible y volver a ver a mis hijas...de mi hijo y de mi esposo, no tengo noticia alguna. Ni una carta o una llamada. Que estarán haciendo...sueño algún día con estar los cinco juntos felices otra vez. Pienso a veces porque la vida es tan injusta conmigo. Simplemente no lo entiendo..."
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22 feb 2013

Historias (Parte 11: Comer cualquier planta)


 Fue desde el año 1993 cuando ella ya no pudo ser beneficiaria del reparto alimentario. El efecto ha sido devastador. Su esposo falleció por una enfermedad relacionada con la malnutrición tres años después. Tuvo que coger una cesta y coger cualquier planta que tenga una apariencia bastante comestible. "He oído que había gente que por ingerir plantas venenosas, han muerto por intoxicación. Algunos de ellos, de una forma lenta y muy dolorosa. Aún no he tenido la mala suerte de comer dichas plantas pero cualquier día me puede pasar". Admite que tragó por equivocación y falta de experiencia tierras pero su cuerpo seguía aguantando.

 Desde que su hijo, su nuera y sus nietos padecen los primeros síntomas de la inanición, ella ha decidido pedir ayuda a sus familiares que residen en China durante los meses del invierno. Aunque no lo quiera, espera que haga más frío y que río esté congelado para recibir comidas. "No soy consciente de la fuerte vigilancia que existe por esa zona. Se trata de salvar a mi familia que ya no tienen fuerzas ni para moverse. Yacen todo el día en el suelo esperando que alguien le lleve algo de comer en sus bocas". Hace pocos días, se había ido a las montañas a ver si algunos pastos no estaban congelados. Sin éxito. Tendrá que esperar unos días más a ver si la situación mejora.
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19 feb 2013

Historias (Parte 10: El abandono)


 Aquella idílica y bella joven de veinte años, en proceso de establecer su plan de futuro a largo plazo, se había enamorado de un chico. Tras meses de convivencia, ella se quedó embarazada. El hombre, quien tenía que estar a su lado durante el proceso de gestación, había desaparecido repentinamente sin previo aviso. Ella esperaba en la puerta a ver si aparecía pero su sombra no aparecía. Aquella inocente criatura salió al mundo y solo pudo ver el rostro agotador de su madre. La ya madre decidió marcharse a China y antes de hacerlo tenía que tomar la decisión más difícil de su vida. 

 Amarró al bebe, de dos meses de edad, con la mejor manta que tenía en el cajón, le dio el último beso y se dirigió hacia la casa de un desconocido. Dejó al niño cuidadosamente en el suelo de la entrada del edificio y empezó a correr sin mirar atrás cruzando la frontera. "Merezco todo el castigo de las personas. Esto no hubiera hecho ni la persona más malvada de este mundo. Ahora mismo lamento muchísimo de lo que he hecho. La cara de mi hijo me sale en todos los lados...y escucho sus gritos entre las conversaciones de la gente..." "Yo no merezco el perdón de mi niño. Tiene todo el derecho a odiarme. Ojalá que un rayo caiga sobre mí. Entonces si que estaré mucho más tranquila conmigo misma..."
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17 feb 2013

Historias (Parte 9: He visto lo extremo)


 "No se lo van a creer. He visto cosas que usted diría que es mentira. Durante mis cuarenta años de vida, he visto que los padres tenían que vender a sus propios hijos para poder comer o esposos poniendo precio a sus cónyuges ante las mafias en la fronteras. Sus acciones han sido descubiertas y fueron fusilados en secreto por los militares jóvenes. Duele que mis pupilas pudieran ver solo actos desagradables. No hay seguridad en las calles. Todos miran mal a todos. Sospechamos de todos. Una vez, vi como humillaban a un hombre que mató a su hijo para comérselo después...terrible..."

 Su voz empieza a temblar cuando comienza a recordar unas imágenes en su cabeza. Un día, abrió la puerta de uno de sus amigos. Nadie estaba dentro de ella. Pasaron días y meses pero no hubo noticia alguna de ellos. "Posiblemente habrán escapado a China o a Rusia o habrán sido desaparecidos sin dejar rastro". También abrió la siguiente puerta de un vecino suyo aquel día. Vio como los cuerpos de la familia del residente ya no respiraban desde hace días. Habían tragado veneno y habían fallecido horas después. "Y lamentablemente, estas cosas sucederán todos los días en Corea del Norte. A uno se le queda esas estampas pasadas para toda la vida..."
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14 feb 2013

Historias (Parte 8: Intercambios por necesidad)


 Él, un hombre de unos 40 años, trabajaba en el sector de metal de la ciudad de Musan. La falta de control diario en las instalaciones hizo estallar una explosión. No hubo víctimas mortales pero los daños estructurales de la ubicación han sido enormes. El complejo se convirtió en un lugar fantasma y restringió la entrada a trabajadores y curiosos. Él había cogido ciertos materiales dañados para poder intercambiar con comidas hecho en China. El atraso de entrega de salarios a los empleados había hecho aumentar el índice de robo de materiales destruidos por la explosión pese a la prohibición de las fuerzas de seguridad del régimen.

 Al no haber más materiales para coger y trocar, él había empezado a vender cigarrillos. Sus expectaciones económicas no llegaron al mínimo deseado. Vio como sus padres desaparecían por diversas enfermedades y su mujer sigue enferma con complicaciones en el corazón. Decidió marchar con la familia a China al ver a sus hijos desnutridos. "Es difícil ver a tus hijos pidiendo bol de arroz y que tú no puedas decir absolutamente nada. No sé cual es peor. Estar callado o mentir". Siguen residiendo en la zona norte de China. No descartan ir a Corea del Sur pero él prefiere buscar primero un empleo para satisfacer las necesidades más urgentes de la familia: buscar un buen médico para su mujer y comida para sus hijos.
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13 feb 2013

Historias (Parte 7: Sin poder estar en contacto)


 Él todavía se arrepiente de no haber llevado a su hijo a cruzar la frontera y empezar una nueva vida en China. Dejó una nota y se marchó sin poder despedir de su primogénito. Cuando llegó a la estación de tren para comprar el billete, había visto a numerosos niños vagabundeando por los andenes y ancianos pidiendo unas monedas a los transeúntes. El notó el nerviosismo de la gente viendo los temblores de sus manos. Todos querían irse para no desaparecerse.  "Cuando subí al tren a los pocos minutos se paró por falta de electricidad. En los asientos estaba lleno de gente agobiado por la situación. Algunos saltaron por las ventas para airearse un poco. Debimos esperar horas hasta que se arrancó". 

 Vio como su esposa y sus dos hijos pequeños caían en la debilidad. No quería que su hijo mayor tuviera también aquel trágico desenlace. "Le dije que fuera un soldado ya que ahí podía estar más seguro respecto a la comida y al alojamiento". Desde que salió de su casa, perdió el contacto con su hijo para siempre. Se muestra preocupado: "¿Y si le hubiera pasado algo por la nota que le escribí? Solo pido a Dios que le proteja y que me perdone. Volvería a Corea del Norte para poder traerle aquí. Sería la persona más feliz del mundo si recibiera una llamada o una carta suya cualquier día de estos". 

10 feb 2013

Historias (Parte 6: La vida después de la jubilación)


 Desde joven, él había recibido honores por el régimen por haber sido un militar valiente y fiel. Durante décadas anteriores, fue uno de los receptores de todos los beneficios que podían tener un militar de alto cargo. Estudió ingeniería en la universidad de Kim Il-Sung, considerada como la mejor institución superior del país. Fueron casi cuarenta años de dedicación al régimen sin conocer la palabra pobreza. "No me faltaba de nada. Si eras un militar cercano a la cúpula dirigente del país, los caprichos se te asomaban en tu interior. Desconocías lo que ocurría en el exterior de la capital. ¿Personas muriendo de hambre? Era una frase que tratabas de negar o pensar que era solamente un mito". 

 La hambruna y la pésima gestión económica del régimen obligaron que gente como él a que malvendiera todas sus pertenencias. Los precios habían subido y cada kilo de alimentos básicos se había convertido en una ostentación. "Los ingenieros habíamos oído que el gobierno de Corea del Sur había enviado cincuenta mil pares de zapatos, cinco mil unidades de vestimentas y toneladas de comidas a Corea del Norte. No hemos recibido nada. Nadie sabe a donde han ido todas esas cosas. Estados Unidos, aquella nación que tanto odiamos no rechazamos sus ayudas humanitarias". Su nieta de siete años murió por una enfermedad relacionada con el estómago. Su desesperación fue creciendo con los años. Sus hijos también tienen los primeros síntomas de desnutrición. Dice que China sería la última opción. Prefiere esperar a que mejore la situación en el país.
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8 feb 2013

Historias (Parte 5: Ser el mudo y su hijo afásico)


 Él, un hombre de unos 50 años, piensa que el régimen que dirige su país debe ser desplomado. Lo repite miles de veces a él mismo. "Al menos, se puede pensar lo que uno quiere pero nunca se puede expresarla. Supondría la desaparición de mi propia existencia". A él le gustaría circular por otras zonas de Corea del Norte y conocer la opinión sincera de las personas insatisfechas con la gestión del régimen. Y salir al extranjero a saber que dicen las personas de otros países sobre ellos. "Tengo inmensas ganas de gritar y decir lo que yo pienso. Mi cerebro lo ordena constantemente...esto es una tortura...". 

 Él se encarga de cuidar a la familia. Su esposa sigue enferma, desde hace meses, de la neumonía. Y su pequeño hijo es afásico desde su nacimiento. Aunque fue difícil tener una comunicación con su descendiente, con el tiempo, a través de los gestos ha podido entender todos sus sentimientos. Su entorno está totalmente desierto. Algunos de sus vecinos se habían marchado a China y los demás, a otras ciudades más grandes en busca de una mejoría laboral. A él no le queda nada más que refugiar en sus cigarrillos y dar asistencia diaria a su cónyuge esperando aquel día que vomitará todas las palabras que lo lleva encogido en su interior. 

6 feb 2013

Historias (Parte 4: Vendiendo patas de madera e hierbas)


 Fue desde el año 94 quien él no había recibido ninguna ayuda alimentaria planteada por el régimen. Intentó vender las patas de las mesas de madera que tenía en casa en el mercado pero poca gente se había interesado en ellas. Probó ir por las montañas a recoger hierbas medicinales pero el éxito fue escaso y tuvieron que tomar sopas de pastos durante meses entre la familia. Todos pensaban: "Mañana moriremos, la semana que viene moriremos, el mes que viene ya descansaremos en paz para siempre...". Vio como los aduladores del régimen sobrevivían con grandes cantidades de comida en sus despensas, mientras la gente digna como él caían al suelo sin poder levantarse.

 Su esposa no aguantó más el hambre e intentó escalar por las montañas para coger raíces de árboles ya tallados pero no tuvo más noticias de ella. Poco tiempo después, su hija también murió de inanición. Pensó en suicidarse junto a su hijo pequeño: "Al final, no he podido. Sería yo un mal padre como para arruinar su futuro por culpa de mi egoísmo. Aguanto como puedo. Si sale algún trabajo corro por esa zona. Vendo cualquier cosa a escondidas...no descarto en escapar con mi hijo a China...estoy esperando el momento adecuado para hacerlo, que mi hijo es aún demasiado joven para morir..." 

5 feb 2013

Historias (Parte 3: Lo que él había visto)


 Consiguió cruzar la frontera junto a su madre, su esposa y sus hijas de cinco y tres años. Es un hombre que acababa de cumplir los treinta años y siempre había dicho que su mayor deseo era comer un bol de arroz. Pero cada noche sueña de lo ocurrido cuando estaba viviendo en Corea del Norte. "Fue hace dos años, conocí a una pareja que vendió todas sus pertenencias para comprar comida pero solamente consiguieron tener un kilo de arroz". De repente, se le temblaba la mano. "Los vecinos me habían contado que después de comer aquel kilo de arroz, la pareja había matado a un niño de la flor (niño vagabundo) de 16 años debajo del puente durante un mediodía con la intención de vender partes de su cuerpo como carne vacuno en el mercado local". 

 "...Justo aquel día, un desconocido había oído el grito de socorro del niño de la flor e inmediatamente avisó a las fuerzas de la seguridad. Les detuvieron y en juicio rápido, fueron condenados a muerte". Él dice que no eran malas personas. Cree que habían cometido esos asesinatos por suma necesidad de sobrevivir. "Vi como eran fusilados delante de las personas que no debían sentir compasión por ellos ya que eso suponía ser cómplices. Vi sus rostros justo antes de que los guardias dispararan. Cuando parecían que me miraban, me agaché el cuello rápidamente para mirar el suelo. Y volví a casa. A partir de entonces, sueño esos imágenes todos los días y la culpabilidad de no poder ayudado a aquella pareja nunca se me desaparecerá". 

4 feb 2013

Historias (Parte 2: El régimen abandona a su esposo)


 Ella, una mujer de unos treinta años, está desesperada. La distribución alimentaria que facilita el régimen norcoreano no la llamaba a su puerta desde hace meses y su familia depende de los ingresos de su esposo que se levanta cada mañana con su vehículo de tres ruedas para comenzar el día como repartidor a tiempo parcial. Durante las horas restantes, arregla relojes de vecinos a cambio de pequeñas cantidades de monedas. Ella estaría dispuesta a ayudar a su marido pero los recuerdos sobre su hija que murió a causa de una neumonía la impiden salir a la calle. Murmura: "Si aquel entonces, tuviera yo sólo un poquito más de dinero y de medicamento, mi hija no hubiera muerto tan joven..."

 A veces, reflexiona con ella misma si su mundo, basado en inculcar el socialismo en todo el territorio de Corea del Norte, es realmente un paraíso. Ella siente antipatía hacia el régimen. Además de su hija, vio morir a amigos y vecinos suyos en sus domicilios. Su esposo había trabajado en la minería y en diversos sectores de la industria pesada hasta que un día sufrió un accidente que le obligó a amputar una de sus piernas. "Su cara ha cambiado mucho desde aquel entonces. Está más oscuro. Algunos se refugiarían en el alcohol o en la violencia para manifestar su malestar. Pero él no es así. Creo que también siente hostilidad hacia los que mandan este país, pero no quiere vernos sufriendo de hambre. Por eso, se va a trabajar cada día. Es un buen hombre y le seguiré queriendo hasta el final de nuestras vidas". 

3 feb 2013

Historias (Parte 1: Superando barreras)


 Un hombre de cuarenta años, bajo anonimato, nos quiere contar su historia. Él había nacido sin el brazo izquierdo. Conoció a una mujer que tenía dificultad de caminar por no tener una de las piernas, se casaron y tuvieron hijos hasta que la hambruna de los años noventa les obligó a escapar de Corea del Norte en el año 1998. Una vez llegado a China, tuvieron que afrontar la barrera lingüística y la adaptación de convivir con forasteros en ciudades donde las luces coloridas les asustaban. Cuenta que otro de los motivos para venir a China fue cuando sus hijos vinieron un día a casa heridos de gravedad al intentar pedir por un poco de comida en el mercado local.

 La muerte de su padre por inanición en los años noventa, la pasividad del régimen norcoreano en ayudar a personas con minusvalía, el no poder trabajar por su condición física y el no poder comprar una libreta de notas a sus hijos aún menores de edad les hace llorar todas las noches. A pesar de la restricción y del control del régimen chino a desertores como él, recibe pequeña ayuda económica por las organizaciones humanitarias de forma clandestina. Dice que sus sueños no son muy caprichosos: quieren trabajar, ver a sus hijos estudiar en la universidad, que no se olviden de ellos y que, sobre todo, sean buenas personas.
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